La “Guía de buenas prácticas en la publicidad a través de influenciadores” expedida hace pocos días por la Superintendencia de Industria y Comercio, en su papel de autoridad oficial y nacional de protección al consumidor en nuestro país, se convierte en la hoja de ruta para que tanto las marcas anunciantes como los mismos influenciadores, cumplan -ojalá sea así- las recomendaciones del ente supervisor y por fin se protejan los derechos de los consumidores.

Día a día las diferentes redes sociales como Tik Tok, Instagram, Facebook, Twitter y YouTube por citar las más conocidas y usadas en Colombia se “inundan” con mensajes publicitarios, camuflados de naturales y orgánicos, que en el fondo no tienen nada de espontáneos, un escenario que no corresponde a la realidad y sí confunde a millones de personas que les creen a cuanto mensaje les comunican estos influenciadores -ojo, no estoy criticando a todos, además quién soy yo para juzgarlos- y salen corriendo a comprar cuanto producto nos meten por los ojos.

Cada vez más los nuevos creadores de contenidos digitales se convierten en referentes y su nivel de influencia es más grande que nunca. Para nadie es un secreto que muchos consumidores se sienten influidos por estas personas, siguen sus recomendaciones y llevan a cabo la conversión final, compra u otro tipo de acción, “influenciados” por lo que les dicen estos personajes.

Acá lo importante es que también los seguidores tengan la capacidad de análisis y el criterio para diferenciar lo comercial de lo natural. Que realmente dejen los apasionamientos, dejen de ser fans por un momento y vean si de lo que están hablando sus “referentes digitales” es una recomendación espontánea y no un contenido pago por una marca.

Llegó la hora que los nano, micro, macro influenciadores y celebridades, que son los tipos de influenciadores que podemos identificar en la actualidad, sean transparentes y les cuenten a sus seguidores, qué es comercial y qué no lo es. En especial aquellos que recomiendan dietas, fórmulas para bajar de peso, productos que no son milagrosos, y cualquier otro contenido que atente contra la salud y bienestar de las personas. Acá ganaran los mismos anunciantes, los influenciadores y nosotros como consumidores.

También es importante que los anunciantes dejen de guiarse por la gran cantidad de followers que estos puedan tener, lo relevante es el nivel real de influencia que pueden estos ejercer a la hora de comunicar un producto o servicio. Acá la Big Data es una gran herramienta para que las marcas identifiquen y determinen el verdadero nivel de engagement de los usuarios y si tienen o no falsos seguidores, entre otros ítems.

Bienvenida la innovación, la creatividad y credibilidad por parte de las marcas e influenciadores a la hora de comunicar en los diferentes medios digitales. Acá ganaran los mismos anunciantes, los influenciadores y los consumidores, las reglas son para todos y el tema digital no está exento de esto.

Si bien muchos mal llamados influenciadores quedarán en evidencia con esta guía de buenas prácticas, estábamos demorados en que existiera un manual que protegiera los derechos de los consumidores digitales, pero que también blinde a los anunciantes e influenciadores. Estoy seguro que en el mediano y largo plazo todos los actores en cuestión saldrán beneficiados, esto será así y el tiempo me dará la razón.